miércoles, 21 de mayo de 2014

Querido diario:

Después de tantos días y noches carcomiéndome la cabeza, al fin decidí contarte mi historia. No es de esas historias de amor, de las que es correspondido y libre, de las que el príncipe azul se casa con la princesa y viven felices para siempre. Tampoco es de las trágicas, las imposibles, o en donde siempre uno muere y el otro se suicida para estar con su amado. No, esta es distinta. Se trata de algo real, de algo basado en personas que existen, que van y vienen, que se separan por los orgullos, que niegan al corazón que sienten algo para no volver a herirlo. 
Lo conocí un Noviembre del 2012, y ¿qué iba a saber yo que se iba a transformar en algo tan importante? Tenemos tanto en común. Nos gusta la misma música, compartimos las mismas pasiones, pensamos distinto en muchas cosas pero en cierta forma, nos complementamos. Tiene todo lo que busco, y yo le puedo dar todo lo que él necesita. Pero siempre existe un problema: La cagué mil veces, y él también. Nos fuimos "devolviendo" las cagadas, y vengándonos uno del otro, sin darnos cuenta que era inútil y que lo que sentíamos se deterioraba con cada boludez cometida. 
Sí, lo admito. Lo hice sufrir, pero él también a mí. Nos lastimamos, nos padecimos. Nos dejamos ir mil veces, para volver a caer en la misma, en que no podemos estar separados. En que juntos somos mejor. "Te cansaste de mí, yo me cansé de vos, pero cuando nos miramos sabemos que no es verdad". 
Después de un tiempo volvimos a dejar de ser dos extraños que ni se saludaban cuando se veían. Nos dimos otra oportunidad, porque todos se merecen una más, ¿no? Pero se repite la cagada, es traumático y cansador saber que aunque nos queramos tanto, no vamos a poder seguir nunca. Vamos a seguir viviendo con la pregunta en nuestras cabezas, de qué habría pasado si las cosas se hubieran dado distintas y mejor. Nos hartamos de golpearnos, de tocar heridas que nunca terminaron de sanarse pero de querernos, siempre, a pesar de todo. ¿Quién nos da el derecho a seguir haciéndonos mal? Sé que no somos perfectos, que todos cometemos errores, y que se aprende de ellos. Es por eso que dudo tanto. Es dificilísimo decidir si seguir peleando, seguir luchando por que estemos juntos, o simplemente dejarlo ir, dejar que haga su vida con otra y yo la mía con alguien más (y quizás, mejor...). Es mi decisión si decirle BASTA, no por tirar la toalla sino por darme cuenta que no vale la pena seguir sosteniéndola. Me ahorraría tantas cosas si lo hiciera, si al fin dejara de hablarle y de ponerle ganas para llegar a ser algo. Pero no quiero. ¿Cómo hacer que quiera estar sin él? Yo quiero que sea el pibe que me haga sonreír cuando todo esté mal. Ese que me haga reír después de una pelea con mis viejos, o de uno de mis tantos fallos en el colegio. El que sea mi punto de apoyo, el que me ponga los pies en la tierra pero al mismo tiempo me haga volar. Porque lo hace. Y sigo pensando que sería una pena que todo lo que pasó quede guardado en la cajita de recuerdos. 
Tampoco tengo ganas de ser tan pelotuda como para dejarlo ir. Tengo todas mis expectativas puestas en nosotros. Y todas mis esperanzas. Estoy, en cierto modo, encadenada a él. Y tengo un miedo profundo de perderlo. Quiero creer que estos malos capítulos no significan el final de la historia. Quiero pensar que no lo quiero por costumbre, sino por amor. Quiero que no me falte nunca, que dejemos de lado nuestros orgullos y estemos juntos de una vez por todas. Que nos dejemos de joder.
Yo sé que algún día; o nos vamos a cansar de empujarnos, o nos vamos a haber empujado tanto que ya no va a haber forma de volvernos a juntar. Voy a esperar ese día con ansias, para saber qué hacer con él y conmigo misma. Para acomodarme, para encasillarme de nuevo y empezar a avanzar en un camino distinto, y lejos de él. Pero hasta ese día, me conformo con saber que somos dos personas que se quieren, y que existe una mínima posibilidad de ser felices. 
Gracias diario, por escucharme como nunca nadie lo hizo. A veces necesito alguien en el cual tirar mis problemas pero sin recibir respuesta. Solamente que me escuche.

No hay comentarios:

Publicar un comentario