martes, 10 de diciembre de 2013

Resaca de un final

Hablemos de ese quebrantaje interior y exterior que tratás se vea lo más fino posible. Ahí te diste cuenta que realmente ahogaste todas tus penas en alcohol.
Es obvio que no te da una solución, no te hace ver la salida, pero por lo menos ayuda a olvidar todo lo malo, hacerte creer que estás bien por un pequeño lapso de tiempo en el que te sentís la persona más feliz y desgraciada del mundo, simultáneamente.
Uno, dos, tres vasos de vodka, tratando de sacarte a vos de mi cabeza, entender que todo ya fue y que nunca se va a poder dar exactamente como queríamos.
Cuatro, cinco, seis; buscándole la vuelta para que tu nombre pierda sentido.
Al séptimo ya no entendés nada, ves borroso, te mareás, tus amigas al lado te ven llorar, y ya es imposible controlarte. Demasiada concentración en tu sangre de cosas que no deberían estar ahí. Pero todavía después de haberte tomado la vida, de haber estado con veinte pibes más, de haber creído que lo ibas a olvidar, cuando se pasa el efecto del alcohol, vuelve. Y no se va, porque no existe goma que borre marcador permanente.
Hoy tengo mi vaso a la mitad y no pienso olvidarte. Por más que me duela profundamente en el corazón, me propuse acordarme de todo lo que viví con vos, y refregárselo al mundo. Porque así con las subidas y bajadas, fuiste un pasado transformado en presente muchos días y noches. Y fuiste la repetición de error que marcó mi 2013.
Por eso cuando me acuerde de este año, algún día cuando sea viejita y recuerde mi adolescencia, va a estar tu nombre adjunto a las memorias. Voy a acordarme que fuimos dos nenes que jugaban con el amor. Y ninguna mezcla alcohólica va a poder borrar ese lugar que ocupás vos adentro mío.

De nada sirve sacarte de mi mente si ya te tengo tan adentro en mi corazón.

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