lunes, 3 de marzo de 2014

Catarsis

Ya era hora de descargarse no? Ya era hora de hablar de lo que me pasa, de soltar todo junto.
En realidad, lo debería haber echo antes. Antes de qué? De colapsar, como ahora lo hice. Sí, colapsé. Ya me venía aguantando tantas cosas encima, tanto peso, y hoy exploté.
Me cansé de todo, de mi vida, de mis amigas, de mi familia, de mi rutina, de él.
De mi vida, por permanentemente exigirme más de lo que puedo, y por seguir tirándome piedras a la mochila.
De mis amigas, porque yo también las cansé, de ser tan jodida y de siempre hablar de lo mismo, de siempre hacerles saber mis problemas cuando en realidad a nadie le importan más que a mí.
De mi familia, porque cada día me ponen más cosas encima. Me sacan toda mi paz, me sofocan cuando necesito soledad y me molestan cuando necesito tranquilidad.
De mi rutina, que es cada año más cargada, más llena de cosas que amo y que no quiero dejar de hacer, pero que al mismo tiempo me exigen demasiado y necesitan esfuerzo y total dedicación de mi parte, y que no me alcanza para tanto. No me da el cuerpo, ni la cabeza.
Y por último, de él. Que es en realidad la gota que colmó el vaso, lo último de mi rejunte de problemas. De él, que siempre fingió darle importancia a mi vida cuando en realidad lo que menos le interesaba era mi bienestar. De él, que merece un premio por mentiroso y rompecorazones. De él que pretende que todo está bien, que piensa que yo no me entero de nada, que cree que soy tonta. Pero en realidad tonta, es lo menos que soy.
Creí que valía algo, que significaba algo para él. Creí que era yo la que le movía el piso. Pero no, tiene a otra para eso.
Y así fue como me harté de ser tan pelotuda, de que me pasen por encima diez veces y yo ahí, en el suelo, tratando de levantarme por vez onceava.
Y así fue como me dejé ir y lloré. Lloré tanto que tuve que mentirle a todos la razón por la cual lloraba. Me di cuenta de lo abajo que estaba. De lo mal que estuve todo este tiempo y de cuánto fingí estar bien para todos.
Sí, esa mina que parece de piedra, de corazón duro, que nunca llora ni se pone mal, es mina que parece ser fuerte, decidida, con confianza; se dejó mostrar por como en realidad era: totalmente frágil. Y me rompí.
Nunca más, supongo. Nunca más me entrego así. Nunca más me dejo seducir por esos ojos, ni por esa sonrisa.
Y nunca más me voy a permitir caer por este precipicio.

No hay comentarios:

Publicar un comentario